El CTS a los 20s: Un impulso necesario, pero no definitivo en Latinoamérica
Mi inicio en AV: pasión, contexto y realidad
Comencé mi carrera profesional mientras aún estudiaba Ingeniería de Sonido, con énfasis en diseño de sistemas y acústica. Durante mis prácticas, ingresé a una empresa AV con una cultura empresarial muy distinta a la habitual en Colombia: un enfoque claro en estándares, formación técnica y alineación con AVIXA.
Esa fue mi suerte, y quizás también mi punto de partida más atípico. Rodeado de profesionales experimentados, me impulsaron a formarme desde el inicio. Sin tener aún mayores responsabilidades de proyecto, aproveché para hacer cursos técnicos de AVIXA y de múltiples marcas. En pocos meses, había completado el plan de capacitación completo de la empresa.
Creciendo rápido, aprendiendo más rápido
Ese compromiso me llevó a ascender rápidamente y convertirme en parte activa del equipo. Tuve la oportunidad de participar en proyectos AV complejos para entidades gubernamentales y clientes privados, tanto en Colombia como en el exterior. En ese punto, entendí que si quería proyectarme a nivel internacional, necesitaba algo más que experiencia: necesitaba validación.
Y allí apareció con más fuerza el CTS.
El CTS como puente (pero no como destino)
Me preparé, hablé con profesionales de distintos países, validé mis conocimientos y decidí presentar la certificación. Pasé el examen, me certifiqué, y sí: fue un momento de orgullo. Pero aquí viene lo importante: el CTS, por sí solo, no cambia tu realidad profesional en Latinoamérica.
Sí, en EE. UU., Medio Oriente o Europa es un diferenciador claro. Sí, te permite hablar el mismo idioma técnico que los grandes integradores. Sí, te da herramientas para mejorar la calidad de tus proyectos.
Pero también hay una desconexión entre lo que promueve AVIXA y lo que realmente exige o existe en el mercado latinoamericano.
La realidad en Colombia: ¿Una industria sin estándares?
En Colombia, muchas empresas de audiovisuales aún no saben qué es AVIXA. La formación técnica estructurada es escasa, los técnicos/ingenieros RAVT/CTS y los estándares internacionales brillan por su ausencia.
Licitaciones públicas y proyectos privados se ejecutan sin requerimientos claros, y cuando aparecen especificaciones técnicas, muchas veces son copiadas sin criterio o redactadas intencionalmente para favorecer marcas, no para garantizar desempeño.
Esto desde cierto punto de vista puede ser frustrante. Uno se forma, se certifica, estudia estándares como DISCAS, ASEM o ACU... y luego aterriza en proyectos donde la prioridad es el precio o la "palanca", no la calidad. El CTS se convierte, en muchos casos, en un título más que uno lleva con orgullo personal, pero que pocos saben valorar en su entorno inmediato.
¿Vale la pena entonces el CTS?
Sí. Pero no por las razones obvias.
El CTS vale si tú decides que tu carrera no se limitará a lo local. Si entiendes que lo necesitas para abrirte paso en entornos donde los estándares importan. Si aspiras a colaborar con equipos internacionales. Si quieres llevar mejores prácticas a una industria que todavía no las reconoce, pero que las necesita con urgencia.
Pero si esperas que el CTS por sí solo te garantice oportunidades en tu ciudad o país (Latinoamérica especial caso Colombia), puede que te decepcione. En muchos casos serás tú quien tenga que explicar qué significa, por qué importa, y cómo mejora un proyecto. Y eso también es parte del reto: educar al mercado mientras uno sigue creciendo.
Más allá del logo: hacia un AV latinoamericano profesionalizado
No se trata solo de poner el logo de CTS en LinkedIn. Se trata de aplicar lo aprendido, exigir que los proyectos se diseñen con base en criterios reales, ayudar a que clientes, colegas y la competencia comprendan lo que ganan cuando se trabaja bajo estándares.
Hoy sigo formándome con miras al CTS-D. Sé que mi experiencia todavía no cumple con los años recomendados por AVIXA, pero tengo claro el camino. Lo importante es no detenerse y seguir generando impacto. Desde Colombia he tenido la fortuna de trabajar en proyectos con clientes exigentes internacionalmente hablando. Y gran parte de eso lo debo al enfoque técnico que adopté desde el inicio, no a un papel colgado en la pared.
Conclusión: el CTS como herramienta, no como meta
El CTS no es un fin, es una herramienta. Es un paso en el camino hacia una industria audiovisual más seria, más técnica y mejor conectada con las necesidades reales de los usuarios.
En Latinoamérica necesitamos más profesionales certificados, sí, pero sobre todo necesitamos una industria que valore el conocimiento, la formación y la estandarización.
No se trata de coleccionar logos, sino de crear valor.
Y ese trabajo apenas empieza.
📌 Gracias por leer. Si quieres saber más sobre mis proyectos, experiencias o deseas colaborar en soluciones AV, puedes preguntar por mi portafolio o contactarme por LinkedIn, seguiré actualizando por avixa Exchange y mi newsletter.
Please sign in or register for FREE
If you are a registered user on AVIXA Xchange, please sign in