DELEGAR RESPONSABILIDADES Y NO TAREAS
Cuando iniciamos un nuevo año, siempre estamos trazando metas y propósitos que esperamos alcanzar. En el mundo corporativo, se determinan metas en ventas, en nuevos clientes y por naturaleza todo lo que represente crecimiento al rededor de la razón de ser de la compañía y del desarrollo de su objeto social. Sin embargo es interesante observar que muchas veces los directivos pensamos en función de alcanzar los resultados y no de como podemos mejorar o fortalecer las estrategias y formas en las que podemos alcanzar esos resultados.
Por otro lado, coincidimos en que las personas son el activo mas importante en cualquier organización y que por lo tanto, una de las mejores inversiones será en el desarrollo, crecimiento y el perfeccionamiento de sus capacidades técnicas y de sus habilidades blandas. En este sentido, sabemos que un buen grupo de trabajo es aquel que esta conformado con personas que están empoderadas (una expresión demasiado común y desgastada) de sus posiciones de trabajo y que también tienen la motivación y recursos para lograr sus objetivos. Curiosamente es el mismo nivel directivo el que muchas veces frena el crecimiento del equipo, cuando comete el error de limitar la capacidad de toma de decisión a los miembros del equipo. Cuando existe la expresión "las decisiones las tomo yo", o "yo doy la ultima palabra" se esta cerrando la puerta a las oportunidades, la innovación y sobretodo al valioso aporte que representa cometer errores, pues estos son oportunidades que pueden transformar una empresa o una organización en un modelo exitoso. No en vano los mas grandes inventos y descubrimientos son el resultado de múltiples errores y fracasos que finalmente se materializan en genialidad. Por supuesto, todos tenemos miedo a equivocarnos y tenemos mas miedo a delegar en otros la responsabilidad de tomar decisiones. Sin embrago la única forma en la que crece un equipo, un líder, una organización, es permitiendo que los colaboradores, de acuerdo a su rol, tomen decisiones y avancen.
Delegar tareas es muy fácil, no existe virtud en ello mas que el logro de resultados en la ejecución de instrucciones. Muchos directivos se encuentran ahogados con cargas de trabajo del día a día, reuniones y sobretodo la participación en todas las decisiones de la organización. Confundimos liderar y controlar, consideramos que la gerencia es estar involucrados en todos los procesos sabiendo todo y por consiguiente decidiendo todo.
En un nuevo ciclo, donde ahora muchas herramientas tecnológicas toman decisiones, debemos aprender a flexibilizar nuestros modelos de liderazgo y estilo de dirección por uno que permita explotar la mina de la innovación, la creatividad y sobretodo la confianza en los demás de tomar decisiones y hasta equivocarse. Un cambio en este sentido no puede ser abrupto o irresponsable, es lógico que hay niveles de riesgo que se deben gestionar debidamente. Como todo proceso, si se trabaja de forma gradual, escalada y coherente podremos sorprendernos de que muchas de la soluciones están dentro de la misma organización. Delegar responsabilidades, creer en las personas, darles la oportunidad de trabajar con dinamismo y sin temor a cometer un error, puede potenciar el liderazgo de un directivo convirtiéndolo en un mentor que inspira, respalda, aporta su experiencia y recoge la cosecha de los resultados con la satisfacción adicional de estar construyendo también a otros.
Vamos por este 2024.
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