En diferentes países y regiones del mundo se rinde culto a los muertos, por lo regular se admira y recuerda su grandeza. Para la tecnología sucede algo similar, últimamente se ha visto caer a algunos de los grandes, más que caer, han sido adquiridos por otros más vivos.

La longevidad de los productos AV depende mucho de la especialidad, en audio es muy larga, en video es muy corta, difícilmente un usuario se puede aferrar tanto a un televisor como lo hace con un par de altavoces, contrario a lo que dice la canción “Video killed the radio star” de The  Buggles.

Conozco algunos entusiastas que hacen un altar de sus sistemas de sonido stereo, muchos de sus componentes ya están muertos para la industria, pero en realidad aun no han nacido quien pudiera igualarlos, lo mismo nos pasa con la gente.

Los apegos a veces son involuntarios, nadie sabe el componente que tiene hasta que se daña esa pieza que el fabricante ya no tiene refacción, me paso con un receptor AV Kenwood THX que se extravió el control remoto, era de las primeras generaciones de pantalla táctil monocromática, lastimosamente ese equipo no se podía configurar sin el control, es decir, aunque técnicamente estas con vida, si algo te hace falta, se siente como si estuvieras muerto, lo mismo nos pasa con la gente.

En ocasiones la vida nos obliga a aprender a vivir con menos, muchas veces esto es positivo, aplica para todo lo relacionado que tiene impacto negativo con el medio ambiente, la tecnología nos obligó a cargar un walkman en lugar de una radio grabadora, después nos lo quito y no trajo un discman, luego llego el mp3 y empezó a matar a nuestro oído y el gusto por escuchar con calidad.

Vivir con menos no en todo es vivir mejor, lo mismo nos pasa con la gente que queremos.

Lo más bonito de un velorio son los abrazos, después las flores.